Es una estrategia de venta de bonos de carbono a las empresas chocolateras que compran el cacao que se produce en la Reserva el Zorzal y el que producen las comunidades periféricas.
Las empresas chocolateras pagan US$ 200 más por cada tonelada de cacao que se compra. Ese surplus alimenta el fondo con lo que se garantiza la sostenibilidad para el pago inicial de estos productores que acuerdan destinar una proporción de su terreno para ser convertido en bosque en apoyo a la conservación del habitad del Zorzal de Bicknell.
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